Un impoluto desvelo
ciñe la cintura de la noche.
Entrelazamos los dedos,
para dejar sueltas las ideas fugitivas,
en favor de ser uno, sin más.
Todo se desliza,
como el agua sobre la piedra,
o la espuma que anega y vacía
todos los labios.
Una palabra, una,
la tuya,
rubrica nuestro futuro
con lacre rojo,
como la sangre
sobre la que se abalanzan las estaciones
mientras brotan almendras al sur.
Duna